Volumen 7 / Nro. 20 / Mayo - agosto 2025 / ISSN: 2708-6305 / ISSN-L: 2708-6305 / Pág. 40 - 49

 

La Identidad cultural y sus relaciones con el sentido de pertenencia y cotidianidad

 

Cultural identity and its relationships with the sense of permanence and everyday life

 

Linoant José Lozano Caraballo

linoantlozano@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0001-7353-2073

Instituto Universitario de Tecnología “Alberto Adriani”, Caracas, Venezuela

 

https://doi.org/10.61287/warisata.v7i20.4

 

 

| Artículo recibido: 15 de septiembre de 2024 | Arbitrado: 25 de octubre 2024 | Aceptado: 30 de noviembre 2024 | Publicado: 10 de mayo 2025

 

RESUMEN

El ser humano ha buscado desde tiempos inmemoriales conocerse y conocer su entorno. Luego de encontrar dentro de sí elementos que le permitieran construir una identidad individual, se congregó con otros seres similares en afectos, ideales, y metas y logró construir la sociedad de su tiempo. El sentido de pertenencia implícito, le permitió valorar su mundo, sus espacios estructurales, sus congéneres. Esto lleva al tiempo presente, y sus implicaciones están a la vista de cada cosa que forma parte de la cultura y lo que la rodea. En esta investigación de tipo cualitativa- interpretativa, plantea, como objetivo principal, dar explicación a estos importantes puntos relacionados con la identidad cultural y lo que lo relaciona como es la pertenencia y la cotidianidad. Además, se tomarán como referencia autores como Martínez (2008), Hernández, A y Mercado, A (2010), Rengifo (2015), entre otros que fortalecen la investigación. Finalmente, se darán ejemplos relacionados con la identidad como lo son la visita a la plaza Capuchinos y la visión de Rengifo con respecto a la identidad cultural venezolana junto con unas conclusiones que arrojan una integración significativa del análisis de todos los puntos estudiados.

 

Palabras clave: Cotidianidad; Pertenencia; Identidad; Relaciones; Cultura

 

ABSTRACT

The human being has sought since time immemorial to know and know their environment. After finding within himself elements that allowed him to build an individual identity, he congregó with other similar beings in affections, ideals, and goals and managed to build the society of his time. The implicit sense of belonging allowed him to value his world, his structural spaces, his peers. This leads to the present time, and its implications are in view of everything that is part of the culture and what surrounds it. In this investigation of qualitative-interpretative type, it raises, as main objective, to give explanation to these important points related to the cultural identity and what relates it as it is the belonging and the daily life. In addition, authors such as Martínez (2008), Hernández, A and Mercado, A (2010), Rengifo (2015), among others that strengthen research will be taken as reference. Finally, examples related to identity will be given, such as the visit to the Capuchinos square and Rengifo's vision regarding the Venezuelan cultural identity together with conclusions that show a significant integration of the analysis of all the points studied.

 

Keywords: Everyday life; Belonging; Identity; Relations; Culture

 

INTRODUCCIÓN

La cotidianidad está ligada con el quehacer humano desde tiempos inmemoriales. Cuando este se establece en una región su mundo va girando en torno a los saberes que fluyen a medida que va construyendo aquello que desea. La pertenencia va apareciendo a medida que el ser humano va interactuando con sus congéneres y forma parte de un grupo, que más tarde va creciendo a una comunidad. Todo ello va a desembocar en la creación de una identidad que marca una generación de individuos, una cultura que ya va transmitiéndose en sucesión donde se integran elementos nuevos que forman el presente de una sociedad. Este ensayo, identificará estos elementos que conforman la identidad cultural, permanencia y sus vinculaciones con la cotidianidad y su estudio. También mostrará ejemplos de abordaje desde la perspectiva teórica, comparándola con una visita de campo a la plaza Capuchinos de Caracas, y con la visión cultural de Rengifo en cuanto a identidad nacional.

 

Sentido de pertenencia

Para Rodríguez (2018, p. 1) «el sentido de pertenencia es un sentimiento de identificación con un grupo concreto, que puede ir desde un equipo deportivo hasta una institución o una sociedad completa». Por otra parte, Montagud (2020, p. 1) dice que:

El sentido de pertenencia es un sentimiento de conciencia de formar parte de uno o varios grupos o comunidades. Tomamos como modelos de referencia estos grupos humanos, los cuales influyen directamente en nuestras características y percepción de nosotros mismos. En función de cuántos rasgos compartamos con los miembros de un determinado grupo más probable es que nos identifiquemos con el mismo, viendo a estas características como pruebas de formar parte de algo más grande.

Este sentido de pertenencia ocurre cuando una persona se siente parte de algo que es considera más grande que ella, y reconoce que los miembros involucrados del grupos como similares, tanto en ideales como en su sentir. Esta afiliación contribuye a la construcción de la identidad del individuo, donde este adquiere nuevos elementos como valores, actitudes y formas de actuar.

La pertenencia a un grupo se da como resultado de un proceso de categorización en el que los individuos van ordenando su entorno a través de categorías o estereotipos que son creencias compartidas por un grupo, respecto a otro. Según Aguirre, (1999, p. 65):

Aluden a rasgos de personalidad como simpáticos, huraños, sinceros, características físicas —altos, fuertes, rechonchos—, conducta social como; trabajadores, vagos, responsables, al género; los hombres, las mujeres y sobre todo, a los grupos étnicos; gitanos, judíos, polacos y a los grupos nacionales; alemanes, franceses, italianos.

También es bueno acotar que, el sentido de pertenencia depende del prestigio del mismo. Según Montagud (2020, p. 1):

Da igual si es un grupo económicamente muy importante, culturalmente muy extendido o socialmente muy influente. Lo que hace que nos sintamos identificados con él es el simple hecho de haber nacido o crecido dentro de él, lo cual nos vale para justificar por qué es el mejor. Si el grupo es pequeño, tenderemos a decir que hemos tenido suerte de formar parte de un selecto y exclusivo colectivo, y si es grande tenderemos a dar gracias por estar dentro de una comunidad tan importante.

 

La cotidianidad

La RAE (2025), da definiciones precisas de “cotidianidad” y “cotidiano”:

Cotidianidad: 1. “Cualidad de cotidiano”: “El relato pasa de insultante y rutinaria cotidianidad al terreno de la fantasía» (Proceso [Méx.] 29.9.1998). Esta es la voz regularmente formada del adjetivo cotidiano y la preferida por el habla culta. También se admite cotidianeidad, por su uso frecuente en España y América. (…) Cotidiano: 1. “De todos los días”.

En cuanto a este concepto, Martínez (2008, p.41) opina que:

La cotidianidad como fenómeno humano se encuentra inmerso en el mundo de lo social, y como tal, es ejemplo de la complejidad social. Una posibilidad de acercamiento a la comprensión de tal cotidianidad social nos la ofrecen las posturas que consideran que los fenómenos sociales existen por las personas que en ellos intervienen y sus interrelaciones.

Dicho de otro modo, el ser humano por su naturaleza gregaria necesita de sus iguales para formar lazos que los mantengan unidos, siguiendo un conjunto de reglas de juego que deben seguir para ser aceptados y lograr la coexistencia. De allí nace la vida experiencial de cada persona, que va nutriéndose desde el vientre hasta la etapa adulta. Esta contribuye a que la sociedad tenga varios saberes y opciones para dirigir sus decisiones, e influyen en la cotidianidad. Martínez (2008, p. 47) expone esta expresión con estas palabras:

La experiencia de la vida se constituye en el fundamento y origen del sentido que condiciona las subsecuentes interpretaciones década nuevo suceso y actividad. La condición presente del actor es producto de su historia, es la concreción del total de sus experiencias subjetivas, que han sido asimiladas como subjetivamente propias. Hay una permanente transposición y adaptación del mundo con base en los referentes y elementos significativos de la propia situación biográfica. Visto como actor del mundo social, es él quien va definiendo la realidad en la que se ubica

Para muchos investigadores de las ciencias sociales, estudiar al individuo desde la arista de la cotidianidad es una forma de encontrar rastros de la cultura ancestral y la actual. Estos estudios que tienden hacia lo fenomenológico, habla de los sujetos como actores sociales, que tienen en sí matices dignos de estudio. Según Martínez (2008, p. 47):

Para el caso de los estudios de la cotidianidad social, es suficiente con lograr identificar las motivaciones típicas con base, también, en su referencia a situaciones típicas, medios típicos, etc., pues se considera, de entrada, que no se persiguen explicaciones últimas. Lo anterior es así, si se toma en cuenta que igualmente existen grados diferentes de conocimiento del actor, a partir del grado e intensidad del contacto logrado, de intimidad o anonimia, es decir, no se requiere, siquiera, como condición, mantener contacto directo con el actor para lograr cierta identificación de los motivos de su hacer.

En las investigaciones de este tipo es indispensable comprender los distintos comportamientos de los entes implicados. Necesariamente se requiere un distanciamiento de los objetos de estudio, y concentrarse en aquello que se quiere lograr extraer. Existen autores que se van hacia un solo individuo, otros a un corpus de estudio más amplio y sintetizan la información cuando es similar. A este respecto Martínez (2008, p. 49) dice:

La comprensión consiste, en este punto, en buscar motivos típicos de actores típicos, que muestren el acto como un hacer representativo propio de una situación característica; no es indispensable el ejercicio de reducir la acción humana a un individuo y su hacer. Sin embargo, se considera que hay hechos de un tipo tan general que es suficiente con reducirlos a los motivos propios de alguien para hacerlos comprensibles.

Para Schütz (1974, p. 25) «Las cosas sociales sólo son comprensibles si pueden ser reducidas actividades humanas; y éstas se las hace comprensibles solamente mostrando sus motivos «para» o «porque»». De esto se desprende que la acción siempre está vinculada con otra; todo acto mantiene un horizonte relacional con la realidad social.

 

La Identidad y sus facetas

Cuando se coloca este concepto en un tapete, son muchas las vertientes que salen de él. Una de ellas la da Hernández y Mercado (2010, p. 1):

La identidad supone un ejercicio de autorreflexión, a través del cual el individuo pondera sus capacidades y potencialidades, tiene conciencia de lo que es como persona; sin embargo, como el individuo no está solo, sino que convive con otros, el autoconocimiento implica reconocerse como miembro de un grupo; lo cual, a su vez, le permite diferenciarse de los miembros de otros grupos. Por ello, el concepto de identidad aparece relacionado con el individuo, siendo las perspectivas filosófica y psicológica las que predominan en los primeros trabajos sobre identidad social.

Cuando el individuo logra asirse de una identidad personal, esta a su vez forma parte de un conglomerado dentro de la sociedad. De allí que todas esas experiencias que adquirió en la niñez, adolescencia, madurez y vejez tengan una evolución que día tras día comparte un espacio con sus congéneres en un determinado tiempo. De la identidad individual se puede pasar a la colectiva simultáneamente, y ambas están en estrecha asociación para bien o para mal dependiendo del contexto en que se encuentre. Para Tajfel (1981, p. 255) que desarrolla una teoría de la identidad social, concibiéndola como el vínculo psicológico que permite la unión de la persona con su grupo; considera que para lograr ese vínculo, la persona debe reunir tres características:

• Percibir que pertenece al grupo.

• Ser consciente de que por pertenecer a ese grupo, se le asigna un calificativo positivo o negativo.

• Sentir cierto afecto derivado de la conciencia de pertenecer a un grupo

En opinión de Hernández y Mercado (2010, p. 2):

La pertenencia al grupo es el ingrediente esencial de la identidad social, porque al mismo tiempo que se siente parte de un grupo, el individuo se diferencia de los miembros de otros grupos a los que no pertenece; por ello se dice que la fuente de identificación del individuo es el propio grupo, pero los otros juegan también un papel importante, ya que cuando experimenta que es diferente a los otros se reafirma la pertenencia al grupo.

Esto quiere decir que aunque estén identificados en un mismo grupo de pertenencia, en que conviven y disfrutan de compañerismo, cada uno tiene su individualidad, que marca su tiempo en él, mientras se sienta que vale estar afiliado a ellos. Tanto mental, como emocional y corporalmente, la persona se involucra en el proceso de integración colectiva y dependiendo de sus decisiones estará allí en el futuro. A este respecto el autor Tajfel (1981, p. 255) concluye que:

La identidad social se integra de tres componentes: cognitivos, evaluativos y afectivos. Los cognitivos son los conocimientos que tienen los sujetos sobre el grupo al que se adscriben, los evaluativos se refieren a los juicios que los individuos emiten sobre el grupo, y los afectivos tienen que ver con los sentimientos que les provoca pertenecer a determinado grupo.

 

La cultura y su vinculación con la identidad y pertenencia

Según el DRAE (2014), cultura tiene varios significados: «1. f. cultivo 2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. 3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.». Para Breytenbach (1970, p. 16), «la cultura con respecto al individuo es la búsqueda del saber; un esfuerzo por comprender lo desconocido, una manera de situarse en la sociedad y una forma de transmitir los conocimientos».

La palabra “cultura” tiene su origen en el latín colere y llegó a significar al mismo tiempo: habitar, cultivar, honrar con adoración. Según Manrique (2004, p.9): «habitar pasó a significar en latín colonus, colonia; honrar con adoración se convirtió en latín cultu, culto, y cultura tomó el significado primordial de cultivo» En una sociedad agraria, la tierra era indispensable para la subsistencia de una población. Por esta razón, el esmerarse a lograr el máximo beneficio que ella reporta, dependía del presente y futuro de la humanidad. Los tres conceptos están interligados, ya que el ser humano ha habitado y conquistado territorios prósperos, producto de su necesidad grupal de expansión. Además, ha recurrido a sus deidades para pedir protección en sus empresas y le ha atribuido sus victorias en el campo político-militar, económico y social.

Posteriormente, el concepto de cultura tuvo una nueva acepción: cultivo de las facultades intelectuales. En opinión de Austin (2012, p.15), «Tal nivel implicaba poseer conocimientos en estética, filosofía y ciencia. Así, una persona poseedora de estos conocimientos era calificada de culta y se consideraba inculta aquella que careciera de dicho conocimiento».

Esta aseveración alcanzó su plenitud en la época de la Ilustración (siglo XVIII), y se extendió hasta muy entrado el siglo XX. El epicentro de esto pernoctaba en Europa, donde la visión tradicional, focaliza su atención de universalidad, siendo la raza blanca la única civilización portadora de la razón. Son las élites europeas las que crean los dictámenes divisorios que señalan pueblos “cultos” e “incultos”, “salvajes” o “civilizados”.

Estos conceptos van en consonancia con la visión de Freud, el creador del psicoanálisis (citado por Colombres, 2009, p. 28) con respecto a este objeto de estudio:

La cultura comprende por una parte todo el saber y el poder conquistado por los hombres para llegar a dominar las fuerzas de la naturaleza y extraer bienes materiales con que satisfacer sus necesidades y, por la otra, todas las organizaciones necesarias para regular las relaciones de los hombres entre si y muy especialmente la distribución de los bienes naturales alcanzables.

El hombre a medida que ha ido de un estado de ensayo y error, ha podido dominar en cierto sentido a lo natural. Se vive en ciudades donde antes había selvas, sabanas, ríos, lagunas o desiertos inclusive. La sociedad reinante toma y sigue tomando de los recursos naturales lo que necesita y todo se ha convertido en algo comercial, donde no se planifica, ni se pone en práctica la preservación para futuras generaciones.

Esta sociedad de consumo también es algo cultural que escapa del concepto de Freud, ya que son los poderosos los que se distribuyen los bienes naturales alcanzables, lo que implica no tan solo una explotación de la naturaleza, sino de aquellos que sirven a las grandes corporaciones.

Freud fue un hombre de su tiempo, y su pensamiento fue producto de la sociedad imperante en que se desarrolló. La visión actual muestra que la naturaleza no es mala de la película sino el mismo hombre, que ha cercenado hasta el punto de la extinción de ciertas especies y continúa contaminando toda la tierra en su afán de riquezas y gloria. De esto deriva lo que opinó en su momento el filósofo italiano Antonio Gramsci (citado por Colombres, 2009, p. 29):

El hombre es un proceso, y precisamente el proceso de sus actos. Es el resultado de una serie de experiencias concretas que vivió a lo largo del tiempo. De las sociedades humanas se puede decir lo mismo. Cada hombre no solo crece con sus propias experiencias, sino también con la herencia cultural de su sociedad, e incluso de otras sociedades. Cada comportamiento individual actualiza la cultura, e incluso la enriquece. El acto de enriquecimiento es la creación. Toda creación se apoya en esta herencia cultural, y su aporte será mayor cuanto más innove, cuanto más se preocupe por contribuir a la evolución de la cultura en que se da.

Es por eso, que hoy la concepción de las cosas varía, y tomando el ejemplo de la naturaleza maltratada, han nacido muchas organizaciones en pro de la defensa de lo natural, que han intentado frenar el impulso destructivo de la sociedad capitalista, buscando crear conciencia a través de filmes, documentales, libros, conferencias, páginas web. Estas organizaciones han recurrido a instituciones internacionales y han tenido ciertos logros que han dado un nuevo auge a la cultura de la preservación y cuidado de los recursos naturales.

Una de estas instituciones internacionales es La UNESCO, que dentro de sus estudios ha definido a la cultura como «el conjunto de rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o grupo social y engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, las formas de convivencia, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias» (citado por Colombres, 2009, p. 29). Este concepto es muy integrador, pues abarca aspectos materiales, intelectuales y espirituales del individuo, que está dentro de una sociedad, y que de una u otra forma pone en práctica su pensamiento en acciones que pueden ir a acorde con sus congéneres, dando un aporte que puede ser significativo y beneficiar a aquellos que así lo requieran.

La cultura conceptualmente tiene muchas interpretaciones. Es tan amplio su espectro que puede extenderse hasta el infinito, ya que siempre se reconstruye, y adopta cada día más cosas. En cuanto a la integración de cultura, Cohen (1997, p. 232) afirma que:

El término cultura se usa para denotar la manera en la que un grupo de personas vive, siente, se organiza, celebra y comparte la vida en todas sus manifestaciones y expresiones en las que subyace un sistema de significados, valores, criterios y de visiones de mundo que se traducen en gestos, símbolos, roles, estilos y esquemas de vida. Tanto los aspectos materiales, arte, tecnología, como los inmateriales: valores, actitudes, creencias de la cultura, son elementos esenciales de la vida humana.

Esto quiere decir, que la cultura es más amplia de lo que se puede imaginar. Como todos los seres humanos son diferentes, y cada uno ha aportado al conglomerado grupal algo nuevo, se puede afirmar que existe una evolución, que se va perfeccionando a medida que las necesidades, creencias, historia se unen en objetivos diversos a razón de los tiempos que corren. Por eso, el autor Colombres (2009, p. 27) dice que «La cultura de un pueblo no es algo que ya está hecho y que solo debe ser transmitido, sino algo que se hace y rehace todos los días, un proceso histórico acumulativo y selectivo, sí, pero también, o sobre todo, creativo».

Por su parte Kuper (2001, p. 262) da dos conceptos de cultura interesantes:

La cultura no es un asunto de raza; se aprende, no la llevamos en nuestros genes (esto se admite inmediatamente, aunque, en algunos círculos, hay ahora más interés en saber qué es lo que pueden dar exactamente de sí los genes). Segunda. Esta cultura humana común ha avanzado. Estamos hablando aquí de la muy longuedurée, del muy largo plazo; sin duda. El progreso ha sido desigual y susceptible de retrocesos, pero se han ido acumulando avances tecnológicos irreversibles en un tempo cada vez más acelerado.

Estas apreciaciones de cultura indican que todo ser humano aprende y asimila la cultura según su criterio personal, y es indudable que la tecnología actual permite una expansión de las relaciones entre los individuos, lo que hace posible una mayor interacción de saberes y vivencias. La escogencia de un grupo es solo el inicio para la persona. La verdadera permanencia y pertenencia vendrá a medida que encuentre seres con sus mismas ideas y que lo hagan sentir bien. Es como, por ejemplo, en un sistema de orquestas, que a pesar de ser todos músicos, no necesariamente fuera de los ensayos se pueden llevar bien; deben trabajar en armonía dentro de la orquesta y aceptar lo que dice el director, si no, deben irse, es un grupo de élite, solo los más aptos y constantes pueden seguir. La convivencia en ese grupo puede ser hostil o buena, dependerá de cada persona, si está ubicada o no dentro de su rol. En la música no puede haber errores, por eso allí, la persona puede disfrutar de la cotidianidad de ese mundo e identificarse como parte de la cultura de ese sistema que cumple un fin en la sociedad. Las personas ajenas a ese grupo identifican a la persona con palabras: ¿eres parte del sistema de orquestas?; ya es parte de la cultura, pertenece a una élite, convive día a día con ellos, su rutina cotidiana es conocida por los seguidores de la orquesta.

 

El recorrido por la Plaza Capuchinos 18 junio 2018… Identidad Cultural

Ese día 18 de junio de 2018, la doctora Noemí Frías y sus estudiantes de Doctorado de Cultura y Arte para América Latina y del Caribe (dentro de los cuales está este investigador), visitaron la plaza Capuchinos e hicieron un recorrido por el casco histórico de esa región del área capitalina de la ciudad de Caracas. La plaza que ha sido renovada en los últimos años y tiene un palomar (el segundo más antiguo del país). Alrededor de la plaza existe una arquitectura muy diversa que data desde tiempos coloniales hasta el presente. No existió una política de conservación arquitectónica, y por el hecho de estar frente a una avenida muy transitada, muchas casas coloniales fueron derrumbadas y construyeron en su lugar edificios habitacionales y comercios. Todos ellos datan de diferentes épocas, por lo que hay una discontinuidad en la estructura del lugar.

Al frente de la plaza se erige una Iglesia que tiene fachada colonial con balcones en dos de sus ventanas. Al lado está la casa parroquial, y una escuela donde antes funcionaba el convento de las monjas. La escuela está conservada, guardando parte de su estructura original, consta con una pequeña plaza con una imagen de una virgen, y la cerámica está en buen estado. Tiene una pared con un vidrio enmarcado que muestra los ladrillos que está formada la estructura. Lo que antes eran habitaciones de las religiosas, se han convertido en salones de clase, biblioteca, y departamentos administrativos. La segunda parte de la escuela tiene otra estructura que rompe con la original, pues no se buscó mantener la línea colonial que tenía.

Finalmente, se visitó la casa de Aquiles Nazoa, que están renovándola y donde funcionaba una antigua prisión. Esta funciona como un sitio de encuentro para la comunidad donde realizan diversas tertulias, oficios religiosos, y celebraciones relacionadas con fechas patrias. En el interior hay como tres pequeñas salas donde colocaron dibujos escolares homenajes al artista, réplicas de sus muñecas, y una pequeña biblioteca con libros donados. Aunque en el lugar nunca pernoctó el artista, lo eligieron para darle un sentido a un lugar con un pasado muy escabroso de torturas, asesinatos, y muertes como lo fue la antigua prisión. Las salas propiamente de tortura todavía no están del todo renovadas, funcionan como depósito de cachivaches viejos o para calentar comida. Según el guía, allí aparecen espantos a ciertas horas, y en la noche se escuchan lamentos y voces.

La identidad cultural va estrechamente con las personas que transitan y pernoctan ese lugar. La gente se identifica con la plaza, con su historia, con la realidad antigua y actual. Todo lo que está alrededor de ella refleja un grado de cotidianidad, de pertenencia. Desde los religiosos que predican la palabra, hasta los estudiantes que toman su descanso o juegan pelota en sus calles, son reflejo de una cultura que se adapta, que evoluciona en la conciencia colectiva de los que viven en el sector. Sus angustias, sus penas, hasta las colas interminables, son fuente de información que los hacen parte de la comunidad, pertenecen allí, intentan sobrevivir de alguna manera. El hecho que se busque un rincón cultural de encuentro como la casa de Aquiles Nazoa, o la misma iglesia, es muestra de la necesidad de los habitantes de congregarse, de compartir sea una fiesta o un oficio religioso, de estar allí.

 

Rengifo y su visión del proceso cultural e identidad

El maestro César Rengifo estaba al tanto de la realidad nacional, ya que fue un asiduo investigador de la historia venezolana, desde su génesis hasta el período de los años 80. Rengifo (2015, p. 92) opinaba que:

Toda cultura es consecuencia del esfuerzo creador del hombre en compenetración orgánica; permanente; con un medio geográfico y social determinado; es la vinculación material y sentimental con la tierra y con todo cuanto ella se vaya creando mediante el trabajo, el sentimiento y el pensamiento.

Todo proceso creador del hombre tiene unas características históricas, sociales, económicas que lo llevan a compenetrarse con su realidad y sus congéneres. Esta realidad se extiende a lo que el investigador quiere extraer de ella, y se involucra en ese proceso al ser llevado por una ideología que compara lo que observa con lo que debe ser según lo que cree. Rengifo fue un firme defensor de los oprimidos, sus obras reflejan un profundo análisis de la realidad venezolana desde la arista histórica, ya que fue un profundo investigador de su cotidianidad, e identidad cultural.

Por ejemplo Rengifo (2015, p. 93) menciona su lectura de una de sus visiones contemplativas:

Ese caso corriente verlo en muchos lugares interioranos de nuestro país, donde, en ranchos destartalados, junto al hombre famélico y analfabeto, chirria la radio, útil de cultura civilizada en manos capitalistas, una música donde lo popular de algún pueblo ha sido mitificado para darle interés comercial. Entre hombre, rancho, radio, música y paisaje, no hay vinculación orgánica, sólo existe la impuesta desde arriba como civilización, mediante el comercio y la penetración colonialista.

En este cuadro el autor hace una denuncia a los grupos superiores que dirigen los medios de producciones y que no se encargan de las necesidades de la población que languidece por el hambre física y espiritual. Rengifo denuncia la realidad que ve, de cómo las personas han asimilado una cultura de aceptación de su vida en esas condiciones precarias. Es proceso de interpretación que efectuó el autor, va en consonancia con lo que dice Martínez (2008 p.54):

En el ejercicio de la interpretación del cúmulo de conocimiento de las personas, encontramos que el origen tanto de los hábitos de vida como de las normas y reglas prácticas cotidianas, existe cierto grado de validez nunca sometido a verificación; según lo cual, se adoptan como principios básicos acríticamente, y en parte se extraen de manera azarosa de situaciones específicas de la propia vida o de la de los otros sin profundizar en su coherencia.

La única diferencia de lo expuesto por Martínez (2008), a lo comentado por Rengifo es que este último tuvo muchos años profundizando en la realidad social venezolana. Rengifo hace un estudio de los cambios ocurridos en los territorios conquistados por los españoles, de cómo los indígenas vivían tranquilamente de la caza, la pesca y la agricultura; y, cómo la cultura española trajo otros elementos nunca antes vistos: el caballo, las gallinas, las armas de fuego, la religión, el idioma español, nuevas semillas y otras cosas. Las culturas se fusionaron en un mestizaje, se dio origen a algo nuevo, que continuo su transformación con la venida de los esclavos negros y su propia cultura. Tras la consolidación  de la integración cultural, los propios dirigentes políticos de los territorios conquistados exigieron su independencia, esto trajo una cruenta guerra que duró once años, donde la muerte reinó junto con la pobreza, en casi todo ese proceso emancipador. Posteriormente al grito de libertad, los años subsiguientes se fueron en luchas de caudillos, más muertes, más miseria. La reivindicación de la clase campesina con la lucha de Zamora y otros fue aplastada, y la cultura, junto con otros elementos históricos, económicos y sociales siguió sufriendo rupturas en cada mandato presidencial.

Rengifo (2015, p. 101) creía que era necesario fortalecer e intensificar el proceso y desarrollo de la cultura venezolana con el espíritu mismo de la nacionalidad:

Para que haya cultura propia, nacional, precisa que quienes la forjen tengan conciencia nacional, y en ella de forma sólo a base de orgánica compenetración con todo cuanto conforta la patria. Pero el éxodo campesino, las migraciones internas al azar de las circunstancias y una vida urbana cada vez más extranjerizante en el plano civilizado, no son favorables para la conquista de esa conciencia.

Por supuesto, que esta visión del autor fue producto de su estudio de esa realidad venezolana del siglo XX, donde el proceso agrícola estaba en franco deterioro, y el éxodo hacia las grandes ciudades se hacía más tajante producto de la ideología del progreso y las políticas de Estado que promovían el desarrollo petrolero, con alta injerencia extrajera en todo ámbito nacional, incluido la cultura. Él pensaba que se debía hacer una revisión de todas esas fallas que habían causado tanta miseria a los venezolanos, y apeló a una conciencia nacional que identificará a todos los involucrados, y que promocionara un nuevo orden social, donde la igualdad de oportunidades fueran para todos, y no tan solo para un grupo social. De esta forma, más involucrados podrían acceder a una educación de calidad, a la cultura, una vida donde el poder adquisitivo le permitiera un existir con relativa armonía con sus congéneres, valorando sus raíces nacionales, y en una estabilidad que fusionara la identidad nacional en cada mente y corazón de cada habitante del país.

 

CONCLUSIONES

Este trabajo ha abarcado diversos tópicos relacionados con la permanencia, cotidianidad, identidad y su vinculación con la cultura. El ser humano por ser gregario ha buscado a través de los siglos compenetrarse con algo que lo llene, y en base a esa premisa ha dedicado su vida a la expansión de sus ideales, conllevando a la formación de la sociedad que se ha transformado con el tiempo. El individuo tiene su propio mundo y ha querido compartir este con otros ya establecidos. El hecho de unirse a otros desde tiempos remotos no es algo nuevo, es para su propio aprendizaje, perpetuación de la especie, sobrevivencia e intercambio de intereses comunes. Permanecer a estos grupos, o buscar a otros con los años, muestra en sí aspectos integradores que abarcan a grandes rasgos, ideologías, políticas, nociones económicas, sociales y culturales.

La cotidianidad en que se desenvuelven los individuos da otro espectro que cualquier investigador puede indagar y sacar como conclusión en sus estudios. A este respecto Martínez (2008, p.50), decía:

No se ha de olvidar que la tarea del investigador social se ubica en un nivel de interpretación y comprensión de las personas, sus espacios y acciones, de caracterizar qué razones son las que las mantienen desarrollando esas actividades y no otras, en esos lugares y no otros, pero sobre todo por qué de esa manera y en esas condiciones; lo que difiere claramente de la actitud ingenua que orienta la interpretación de las personas en la vida cotidiana.

Esa cotidianidad que está palpable en cualquier experiencia diaria. Solo hay que enfocar los ojos hacia las realidades del momento. Un ejemplo de ello se verificó con el recorrido a la plaza Capuchinos, donde se constató la diversidad arquitectónica que muestra una historia del sector, y en la que habitan personas que crean un nuevo escenario cada segundo allí. Pertenecen a un grupo de individuos con necesidades similares, e interactúan constantemente y dejan como legado a las generaciones futuras sus experiencias y formas de sobrevivencia.

La identidad cultural va ligada a cada miembro que ha existido en estos territorios, desde los indígenas autóctonos, hasta los extranjeros que constantemente han venido aquí a dejar sus ideas y realidades, que se han fusionado en cada aspecto de la vida los individuos del pasado hasta el presente. Un ejemplo de investigador tenaz fue Rengifo que fue un estudioso de la realidad venezolana, y que profundizó en los problemas políticos, económicos, sociales, y culturales en cada período histórico de la nación.

 

REFERENCIAS

Aguirre, Á (1999)"La identidad cultural", en Anthropológica, Revista de Etnopsicología y Etnopsiquiatría, España: Instituto de Antropología de Barcelona, Centro de Psicología INFAD, Sociedad Española de Antropología Aplicada.

Austin, T (2004). Para comprender el concepto de cultura. [Página. web en línea]. http://members.lycos.co.uk/tomasaustin/cultwilliams.htm

Cohen, B (1998) Introducción a la sociología. México: Mc Graw Hill

Colombres, A (2001) Nuevo manual del promotor cultural 1. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Diccionario panhispánico de dudas (DPD) (2025) https://www.rae.es/dpd/cotidiano.

Hernández, A y Mercado, A (2010) El proceso de construcción de la identidad colectiva. México: Convergencia vol.17 no.53 Toluca may./ago. 2010

Kuper, A (2001) Cultura. La versión de los antropólogos. Barcelona: Paidós

Martínez, J (2008) la investigación en la cotidianidad social desde la fenomenología. México: Tiempo de Educar, Vol. 9, Núm. 17, enero-junio, 2008, pp. 35-56

Montagud, N (2020) Sentido de pertenencia: qué es y cómo influye en nuestro comportamiento. https://psicologiaymente.com/social/sentido-pertenencia/

Rengifo, C (2015) El arte y la cultura nacional (Ensayos y artículos, 1948-1980). Caracas: Fundarte

Rodríguez, A (2018) Sentido de Pertenencia: Características, Importancia y Ejemplos https://www.lifeder.com/sentido-pertenencia/

Tajfel, H. (1981). Human Groups and Social Categories. Cambridge: Cambridge University Press

Real Academia Española (2014) Diccionario de la Real Academia Española.  http://www.rae.es.

Schütz, Alfred (1973), Las estructuras del mundo de la vida, Buenos Aires: Amorrortu